
Hoy tenía pensado bromear un poco sobre la fiebre de ser moderno que últimamente me persigue. Iba a ser un comentario superficial y sarcástico, pero estoy tan mosqueada que voy a dejarlo para otro día, y hablar de algo un poco más serio pero que parece una broma de mal gusto.
Tiene relación también con otra especie de modernidad, una a la que se supone que todo este país en el que vivimos se había acostumbrado, pero que se ha visto que no. Lo de ser progres y vivir en el siglo XXI es sólo una fachada, porqué una cuestión tan sencilla como debería ser un Gobierno en el que hay hombres y mujeres hace que se crispe media España.
No me voy a poner en plan feminista, porqué igual que el machismo, es un extremo y no es bueno, por mucho que ciertas actitudes provoquen que a veces me den ganas de dejarme crecer los pelillos del sobaco cual hippie setentera en pro de la igualdad (espero no llegar nunca a ese extremo, qué horror!), pero es que el simple hecho de que haya más mujeres en el Gobierno ha generado que en cuestión de una semana haya oído más comentarios machistas, insultantes y absolutamente desfasados que en todo un año. Y aseguro que no hablo con demasiadas personas últimamente, ni tampoco veo mucho la tele.
Si en la anterior legislatura hubo escándalo por dejar que los homosexuales se casaran, ahora con un paso que se supone que debía ser menos crispante hacen el mismo jaleo. Me molesta sobremanera que la noticia sea que ahora tenemos un “gobierno rosa” (y no sólo por el hecho de que siempre he detestado que se nos identifique a todas con ese color, como si fuésemos todas Barbies). ¿Por qué no podemos meternos como siempre con l@s polític@s por el simple hecho de serlo?
Tendremos problemas económicos, sociales y muchos otros haya ministras o ministros, pero ahora ha quedado claro que todos aquellos y aquellas CARCAS ocultos a los que les parece tan bien para afuera que las mujeres tengamos licenciaturas, trabajos y carrera, pero que en el fondo siguen esperando que cuando seamos madres nos quedemos en casita a cuidar de la familia, son muchos más de los que creíamos. Ojalá se les haya indigestado la comida familiar al ver una mujer encinta y con taconazo cuadrando filas.
Si a alguien le apetece, dejo un escrito ajeno al respecto que me ha parecido interesante:
La baba en la pluma
Cuando fluye la baba y el periodismo se acojona la tiniebla va cubriendo el espacio vacío; un territorio abandonado que ocupan pajilleros, reprimidos, grasientos, puteros, siniestros, cobardes y acomplejados, con nombres y apellidos.
Son de ilustres burgos, ansones, losantos, pejotas, usias y alguna que otra schlichting, pero segregan ese líquido viscoso y corrompido por la comisura de sus parpados, acentuando el asco que desprende su mirada.
Tenemos que mirar sus caras, seguir con atención el recorrido; ver como avanza ese residuo pútrido que desciende por los pliegues hasta la boca, como carcome gota a gota su lengua relamida; como la inunda y luego la desborda, para proseguir su camino hasta la mano pegajosa que sostiene la pluma y derramar allí toda su miseria.
Cuando fluye toda esta baba compartida y el periodismo se acojona, estos mirones clandestinos, estos fetichistas de la mugre, se proclaman profetas con derecho de pernada, levantan púlpitos con barrocos tornavoces, apoyan sus falanges en el antepecho, despliegan su abyección más tenebrosa y corrompen el espacio compartido.
Cuando el periodismo se acojona delante de estos usurpadores del oficio, la cloaca extiende su dominio, se adueña de la plaza pública y construye allí su pasatiempo favorito: el juego delictivo del insulto, donde prevalece y se premia la discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social, como pueden ser la orientación sexual, la fe o falta de ella, la ideología, la gestación, la edad, el nombre o el apellido.
Cuando el periodismo se acojona delante de estos mediocres, que confunden la baba con el intelecto, nuestra profesión pierde el futuro; los ciudadanos, su libertad, y la democracia, el sentido.
El periodismo tiene que hacer frente a la contaminación que desprenden estos exhibicionistas de la baba en la pluma, a la perversión que esconden bajo el necesario paraguas de la libertad de expresión.
Son previsibles. Se plantan delante de sus víctimas y abren con rapidez sus gabardinas, dejando ver su desnudez intelectual. Pero, son cobardes. Si les plantamos cara, mirando fijamente sus despojos orgánicos, señalando con el dedo su minusvalía y mostrando nuestro desprecio con una sonora carcajada, que al tiempo alerte al resto de la ciudadanía, salen corriendo a esconder sus complejos y sus colgajos... en el fango.
(A ellas, que sufren estos días el maltrato de quienes quieren robarnos el oficio: disculpas.)
DANIEL ANIDO/ DIRECTOR de CADENA SER 17-04-2008
3 comentarios:
Algún día se hará justicia y se criticará a las mujeres (en el gobierno o en cualquier otro ámbito) por lo mismo que se critica a los hombres en puestos similares, y, sobre todo, ¡algún día conseguiremos que nuestro color no sea el rosa! ¡Hay que luchar por ello!
(P.D.Qué asco de mundo a veces...¬¬)
En todas las partes del mundo existen las sociedades machistas, en algunos países predominan más que en otros, pero también hay países que esconden sus problemas bajo llave para que sus vecinos no los descubran, y ni lo sospechen!
Y en España, pues, sigue habiendo mucho machista, y tanto hombres como mujeres!
La verdad es que es muy triste!
Creo que un puesto/cargo lo tendría que ocupar la persona más cualificada independientemente si es hombre o mujer y independientemente de sus ideas/creencias, pero en fin!
“Un idealista es un hombre que, partiendo de que una rosa huele mejor que una col, deduce que una sopa de rosas tendría también mejor sabor.” (Ernest Hemingway)
Y esos exhibicionistas de la baba en la pluma que se creen periodistas lo que son es una plaga!
Muaks!
en este país absolutamente todo es de boquilla, y las libertades civiles, más.
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